viernes, 11 de febrero de 2011

When she smiles, I get hitted by the shinning sun.

¿Cómo se supone que debo luchar? Tan siquiera intentarlo.
Sé que soy por naturaleza de un carácter terco, más terco que un árbol plantado que ha hechado raíces.
Lo sé y no me molesta.
Pero no puedo luchar, no contra ella.
Ella es como un sol, un enorme, brillante y cálido sol en primavera. Sucede después del frío, cuando has olvidado tan siquiera lo que es sentir.
Es una hermosa rafaga de cálidez que te embriaga, te llena y te obliga a disfrutarlo. Es genial, sobre todo después del frío.
Eres el sol.
Yo en cambio, ¿qué soy yo?
Soy una diminuta estrella brillando en el cielo, siempre acompañada de un millón más y no niego que me gusta esconderme, con esfuerzos, trabajo y estudio memorizaras mi presencia, la recordarás y podrá ser una estrella con significado.
Pero una estrella jamás se compararía a un sol.
El sol es capaz de apartar el invierno de nuestras mentes, de todas ellas y claramente, yo soy el invierno.
Soy esa finisma capa que cubre el suelo una y otra vez, de forma insistente. La que si no te cubres tu cuerpo, atacará con resentimiento cada parte a su paso, la que mordisqueara tus mejillas con frialdad, la que te puede helar en momentos y te deja seco, sin palabras.
Es capaz de hacerte olvidar sentir.
Y por primera vez, hoy, me agrada ser el invierno.
No siento recelo por la llegada del sol, incluso lo admiro, su extrema belleza pero no esperas que me apoye a su costado, jamás se podría coexistir de aquella manera, nunca.
Es nuestra naturaleza ser polos opuestos, la presencia de una daña a la otra, por más que uno pretenda ser indiferente.
Eres el sol, su sol. Mientras el invierno se posa en alguna parte del mundo, tu tienes que iluminarles y calentarles pero yo ocuparé otro sitio, donde les obligue a cubrirse del frío, donde mantenga en secreto a dos amantes protegiendose del frío, donde alguien me considere lo suficientemente hermosa como para desear morir en invierno.
Sé el sol, dejame ser el invierno.
Lo seré, lo soy. Mientras que exista alguien, no importa que no sea de mi sangre, pero que exista alguien que aprecie la hermosura del invierno.
La misma que con una fínisima capa de hielo, cubre los rastos de calor.

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