viernes, 23 de marzo de 2012

Quisiera ser parte de tu realidad, de tu verdadera existencia, no solo de la esencia.

Había llegado tarde a su clase, como hacía de costumbre, distraída por la presencia del extraño y encantador muchacho que le hacía sentirse anormalmente familiar con un semi-desconocido, quien le respondía con miradas y sonrisas tontas, tonos demasiado alegres y una falta de velocidad cuando ambos se cruzaban.
El parecía esperar que ella se moviera, que se adelantara como hizo la primera vez pero hacía meses desde eso, cuatro meses casi por completo y conforme pasaban los días, esa decisión y certidumbre de acercarse a hacer la conversación trivial que esperaba desembocaría en algo íntimo entre ambos, se alejaba de ella como el día en que lo conoció, se alejaba con prisa pero no lo suficiente para que no se diera cuenta.
Estaba al tanto de que sus oportunidades se le escapaban de las manos y se sentía inútil, imponente ante la situación. Él esperaba algo de ella y ella descubrió que no, no le gustaba que la gente la mirara ansiosa, esperando algo sin que ella supiera el qué.

Todo eso le pasaba por la cabeza cuando rompió con una 'perfecta sincronía' una vez más y arrepentida, discretamente se mezcló entre alumnos callados que miraban atentos a la clase.
Ella prestó atención, imitando a los demás y pronto descubrió que la teoria de clase se había convertido por completo en práctica.
Interacción alumno- alumno, de forma íntima y cercana, uno tocando el otro con sus manos, el otro sin hacer más.
Sintió un calor en las mejillas y la garganta que hacía pensar que el aire se había vuelto tóxico de un momento a otro y buscó en los rostros ajenos en busca de la misma reacción pero a nadie le pesaba.
A nadie le importaba, salvo a ella.

Su siguiente reacción fue bajar la cabeza y con ello la mirada, su teoría de evitar el contacto visual le resolvía problemas en mínimas ocasiones, comparado con el número de problemas que le traía pero de nuevo lo intentó y la flecha se dirigió a la compañera del lado, una muchacha valiente que se recostó en una mesa levantada.
Parecía que la maestra irrumpiria su espacio personal con prácticas que poco deseaba recordar. Respiración de boca a boca, ¿qué sentido tenía?
Ahora se sentía atarantada, nerviosa y aún asfixiada de forma incomprensible pero mantuvo las manos cerradas en puños y consiguió superar el ejercicio.
Pero eso ni por poco le preparó para lo que vino después.
Una orden de la menuda maestra al frente del salón, un montón de personas que se levantaban de su asiento y hacían gestos a sus compañeros: me he quedado sola.
Ella miró a su última esperanza, una chica igualmente abandonada que le devolvió la mirada y casi se sentía llenar de alivio cuando alguien del otro lado de la pequeña habitación le grito a la muchacha que miraba que fuera su compañera.
Una ola de recelo y disgusto volvió a nacerle del estómago por esa mujer.
Ahora enserio se quedó sola y se devanaba los sesos por recordar cuantos eran en el salón, paseando la mirada para saber si se haría un trío o estaba definitivamente por su cuenta.
No lo supo, se veía distraída y ausente e incapaz de hacer algo más que sentirse al borde de un ataque de nervios.
No quería que la tocaran, le daba vergüenza que alguien pretendiera acercarse, un temor que poco sabía tener pero en ese momento era palpable, tanto que era incómoda la situación.
Además, si eran ejercicios de respiración, temía que alguien más se le acercara demasiado.
En ese momento, ella era una completa cobarde, inundada por sus miedos que parecían amenazar con salir a la luz y cuando vió estaba de pie, sin saber bien que hacer con sus manos, mirando indecisa a todos y a nadie.
Y sus ojos se detuvieron en la puerta.
'Eso, sal de ahí'. Asintió para si y se adelantó hacia la puerta, se sentía asqueada y nerviosa, casi quería correr   el escaso metro que la separaba de la puerta pero hasta así, un muchacho que se hace el bufón, se le pone de frente, abriendo los brazos e interponiendose entre su salida.
'¿Es enserio? No, esto no es una película. Eso debería ser imposible.' La muchacha se rió con fingida diversión, una risa corta, se le avecinaba el miedo por la garganta, quemandole el pecho al haber subido desde su estómago.
-Eh, quitate- le dijo con decisión pero con una sonrisa, quitandole algo de rudeza a sus palabras, habladas entre dientes.
El muchacho se rió y la chica dió un paso adelante, el muchacho retrocediendo el mismo.
'No tiene ni una pizca de gracia'-Quítate.- repitió, notando que alzaba la voz o que el murmullo de los compañeros en parejas se reducía, sentía unos ojos puestos en la improvisada escena.
Y dió otro paso y ambos bailaron, repitiendo el anterior movimiento.
Un gruñido le salió del pecho, así como la fuerza le nació del calor que le quemaba las venas y empujó violentamente al muchacho a un lado de la puerta, presionandole el hombro y haciendolo desestabilizarse.
Y abrió la puerta sin girarse, echandose a correr.

(...)
¿Cómo consiguió eso? Se apretó las piernas contra el pecho con más fuerza, casi hiriendose por intentarlo pero no dejaba de verlo, como se apanicó, como se sentía humillada y el intento en vano de escapar sin que nadie lo viera.
Estaba segura de que muchos, si no todos, estaban al tanto pero esperaba que no vieran más que una chica que tenía prisa de salir.
Sin ninguna razón en especial.
'Como desearía que eso fuera cierto' pensó y recargó la cabeza contra el pilar de concreto, cerrando los ojos.
-¿Qué haces aquí?- preguntó una voz y abrió los ojos, el extraño muchacho de cabellos chinos y unas facciones divertidas, le miraba fijamente a los ojos, casi con dureza.
Ella se sobresaltó, poco hablaba con él, mucho menos de aquella manera tan directa, exigente.
-¿Eh?
- Saliste corriendo- agregó, aun clavandole la mirada.
Ella asintió, insegura.'¿Cómo lo sabía?
- ¿Qué te dió tanto miedo?
Ahora lo miró con curiosidad, su corazón parecía pasar por una serie de cambios inexplicables.
- Bueno... me sentí expuesta. Me golpeó con violencia, no estoy lista para muchas cosas, cosas que creí quería... no sé. No es propio mío, parece un miedo casi infantil.
Miró los ojos del muchacho con cabellos chinos, sus ojos parecían adquirir comprensión mientras ella le hablaba y una sonrisa le salió en los labios, mientras estiraba una mano para tocarle los rizos al 'extraño'.
- Creo que entre más días pasen, más tiempo pase, esa oportunidad se habra ido, se hará una pesadilla.
El la miró sin entenderlo, acercando su rostro para recargarse en las rodillas aún flexionadas, más lejos de su pecho, de la muchacha.
Entrelacé uno de mis dedos con uno de sus mechones y sopese el decirle el resto de la oración.
- Siento lo mismo contigo.- le confesó ella en voz baja pero estaban tan cerca que el parpadeó, perplejo del contenido de sus palabras. Continué.- Hablar contigo parecería tan fácil pero... los días van y, creo que te he perdido. Como he perdido eso... temo que la primera persona a la que quiera lo sepa. No puedo decirlo en voz alta- le expliqué, notando como sus cejas se hundían en confusión- no quiero caridad, no quiero causar 'ternura' en las personas. Quiero pensar que no me delato pero lo hago con tal descaro...
Lo último que miré fue una expresión de perplejidad tatuada en el rostro del muchacho.