martes, 15 de abril de 2014

Gems.

No quería meterte aquí porque entonces serías importante. El problema es que no es algo que dependa de mi, no es algo que yo pueda evitar porque eres importante. Tranquilo, para cuando acabe con esto será: 
fuiste importante. 

O relevante o moviste algo en mi vida. Lo más mínimo, lo que sea. Admito que la arena de mi mar se remueve con facilidad pero pienso en ti y sólo puedo pensar en fechas: Un junio, un octubre, un noviembre, un diciembre, un enero y un silencio. 

Un junio de quincena de dolor, de duda, de incertidumbre. De mentiras, de pasatiempo y entretenimiento. De mantener la mente ocupada para evitar los 'y qué si...' 

Un octubre de citas y programaciones, de fechas, de anhelo, de lo que venía. Un octubre que sólo existió de tu lado de la calle.

Un noviembre de fotos y pánicos y superficialidad. De atracción y cosas inaceptables, de cancelaciones.

Un diciembre de mandar todo a la fregada. Un diciembre de oportunidades, de brincos antes del fin, de los últimos segundos que le corren al reloj. Un diciembre de 'no pierdo nada en intentarlo' y de 'te dejo atrás'. De consumaciones inconsumadas o que se consumieron antes de poder arder; cenizas antes del fuego. Encendedores que no se encienden, llamas que no ven nunca la luz. 

Un enero de resaca. De arrepentimiento, de qué fue y por qué fue (o por qué no), de revivir, de cartas largas, de escribir, de tratar con todos ánimos de evitar el declive. De un 20 de angustias, de nervios, de noticias que por alguna razón me tocaba a mi decir, comunicar. 

Y un silencio que vive hasta la fecha. Inactividad, pérdida de color, ausencia; dejaste colgados los temas, los roles, los personajes, las tramas, la historia. Había que empezar otra vez y lo peor, ni siquiera lo anunciaste. Nos hiciste creer a todos que volverías pero para qué, para qué volver si ya sabía. Nadie interpreta tan bien un personaje a menos que algo de él salga de sí. Las mentiras, los engaños, las cortinas verdes también te pertenecen pero no sé cómo nunca lo vi.
Un cuatro de felicitaciones, un mes después, un ocho de promesas, de respirar después de haber contenido por tanto tiempo la respiración. 

No ha sido ni un mes, ¡ni uno, maldita sea! ¿Acaso soy tan fácil de olvidar? Hace cuatro meses querías dejarlo todo para venir a vivir tus pesadillas por un mísero agujero de luz, ¿qué cambió en cuatro meses? 
Nunca te quise y sin embargo, te extraño. Nunca te quise, ni encontrar, ni mirar, ni besar y mírame, escribiéndote con sentimientos encontrados, esperando volver a tener la razón o de una buena vez, dejar de tenerla. Volverás, porque las cosas se acaban y a ti, especialmente, no te duran. Porque tus miedos aparecen con los meses, porque todo acaba. Porque espero que seas feliz, de verdad, en serio, como debe ser.