viernes, 10 de mayo de 2013

Morir por siempre.

Hoy, al desayunar, nuevamente fuiste tema de conversación. Escuchar algo tan común como tu nombre de labios de otro me tomo desprevenida.
Hace tiempo que no pienso en ti de esa manera. 

Pretextos. ¿Acaso son necesarios los pretextos? No. No muero sin ti. No moriré por qué jamás te tuve. Jamás te tendré. Y está bien. 
Lo juro, ahora si. 
Temporalmente eclipsaste mi mundo, iluminaste todo con un color diferente, como un lente que cubrió mi cámara, mi visión pero ya no es necesario desgastarme. 
Hace días deje el lente detrás y ya no quiero ver más por él. 
Siempre has sido libre y yo también, desde hace un tiempo nos queremos y te quiero también. Sin más, sin más. 
No vuelvas a mi desayuno, no fingas más que eres mi futuro, no me hagas promesas que levanten el polvo y desaten el caos.