lunes, 18 de junio de 2012

'Dearie, everything comes with a price.'

Intento no hablar del tema mientras intento enfríar la ardiente lava que siento en el estómago, molesta y casi dolorosa, casi tanto que me hace retorcerme, un dolor insoportable e inborrable.
Intento, intento, intento. Respiro, deseando calmar a la bestia.
La conversación no es ni mucho lo que importa, al menos ya no. Le había dado una oportunidad, una de tantas y sabía que no sería la última vez pero lo había desechado. Me había herido, me había molestado.

Ahora solo me quede quieta para tiempo después permanecer así, con un libro entre mis manos, las paredes más frágiles y fuertes del mundo que son hojas de papel. ¿Quién lo diría? Ah sí, yo.
Entra mi compañera de cuarto y me mira alegre, al parecer quiere acompañarme mañana en el camino, incluso si los destinos son diferentes. Le dedico una sonrisa pero siento que mis ojos se humedecen de resentimiento y de coraje, así que casi notando que mi sonrisa es amarga, la borro de mis labios, mordiendolos con fuerza para no delatar alguna otra expresión.
Con la voz calmada como se puede, le digo que no importa, que no se moleste que mañana me quedare en casa.
Ella me mira extrañada. No hagas preguntas, no hagas pregun...
-¿Por qué no saldrás?- dice pronto y deseo soltar un quejidito, una grosería, lo que sea es bueno.
Y a la vez, quiero decirle la verdad. Se lo explico, como siendo Cenicienta, no podré llegar al baile porque el hada no decide aparecerse, que he perdido la fé casi por completo. Luego me detengo, preguntándome si aquello es cierto y notando que no. No es que el hada no venga, es que no hay baile en absoluto.
Eso es mala fé, me recrimino a mi misma. 
-Tengo miedo de aburrile.- digo de sopetón, sin saber de donde sale eso. 

Eso es lo de menos, la mala fé porque mi voz se rompe al decir lo último, le habla en secreto y ella repentinamente se molesta.

No esperaba eso de ella, debo admitir que me sorprende, me hace subir la guardia casi de golpe.
-Yo creo que estás tan enojada que no puedes darle una oportunidad.- y con eso y una mirada que mata, se retira.
Y me quedo sola. 
Ahora me quedo arrepentida de haber comentado algo en primera instancia, molesta, herida, tratando de sofocarme a mi misma, conteniendo el aliento y aquel horrendo nudo de lágrimas contenidas, esperando que la falta de aire o aquel creciente dolor sea de un organo inflamado y que siga creciendo, que con la boca apretada en una línea firme como roca, no pueda soltarse y se vea obligado a expandirse, ese organo, en mi garganta y estallar.
Y ahogarme a mi y a todas mis palabras. 

sábado, 2 de junio de 2012

My thoughts/ sentiments exactly.

-No- pensé- lo que verdaderamente eres es desesperante y algo fácil, todo salvo tu carácter, por supuesto.
La mire una última vez, una oleada de desesperación y arrepentimiento por haberle comentado aquello, pues se sentía tan claro como su amistad se alejaba a la misma velocidad de un coche y yo estaba de pie. Tuve ganas de gritarle y decirle que me arrepentía o mentirle con descaro y fingir que iba dirigido el comentario a otro personaje.
Y no, estaba mal algo en esa escena. Hoy lo sé. No eras tú la que se iba, era yo quien, pensandome cobarde, me había alejado, corriendo como pudiera. No era cobardía, dado que descubro que detrás de mis actos hay sabiduría, no temor.
No te perdí a ti, tú perdiste el pilar de una pared. ¿Lo imaginas? Quitarle una pared al cuarto, así como suena. No te darías cuenta siendo muy estúpida; de un hueco en la pared, de como los muros se vienen un poco hacia abajo. Los demás muros deben ser fuertes para sostener el peso.
Incluso si no soy eso, seré un pequeño hueco en la ventana que te da a la cara y aún así tendrás frío.