viernes, 14 de enero de 2011

The Kick*

Debo decirles, hoy experimenté la patada.
Sí, esa sensación como cuando vas subiendo una escalera y falta un peldaño, sientes que caes.

No es la primera vez, pero me hizo remontarme a esa ocasión y me hizo reparar en que, esta vez fue diferente.
Mirar sus brazos rodear tu cuello, sus piernas también, como una enredadera, una planta venenosa que crece sobre el tronco de un árbol, perdiendose en su inmesidad.
Miré sus labios tocarse, no pude apartar la mirada, aunque debía, aunque quería... simplemente me mantenía quieta, atonita, anonadada.
Estaba sentada sobre una barda alta, sin respaldo alguno de donde sostenerme y al mirarlos, al mirarlos juntos, parecía que eran sinceros, aunque me parece increíble creerlo-al menos de su parte-, parecía que en verdad se había encariñado contigo.
Y de tí, no tengo comentarios. Siempre la has mirado fascinado, como cualquier otro chico normal.
Pero yo, de mirarlos de esa manera, me dejé de sostener.
Mis piernas se aflojaron sobre el borde de la barda, mis manos resbalaron por los bordes mientras que la gravedad reclamaba lo suyo, estirando sus brazos para sostenerme por la cintura, abrazandome.
Lo único que sentí fue que me dejaba caer, me caía de espaldas, caía, caía...
Las profundidades me abrazaban, me sostenían entre sus brazos mientras el aire intentaba recuperarme, se molestaba en decirme que despertara, que me sostuviera de nuevo.
No, era una lucha tonta. Además, yo quería que me llevara.
Así que me deje caer, mis ojos sin molestarse en cerrarse, la oscuridad se cernia sobre mí, lo único brillante en el firmamento era la luna, una media luna que parecía una sonrisa burlona, burlandose de mí, mofandose de mi falta de carácter, de mi falta de agallas para haber hecho lo debido.
Y no tenía escudo contra ella, la miraba, mis ojos perdidas en su luz mientras seguía cayendo en una caída infinita, donde en mi mente reinaba un profundo silencio, así como la oscuridad.
No había nada en mi mente, nada. Como una película que ha llegado a su final, había llegado al final, donde esperaba verlos y alzando mi mirada al cielo, simplemente todo giraba a mi al rededor, como una cámara que había perdido su base, simplemente giraba, ninguna imágen se formaba, solo era un borrón nubloso donde el centro, en el centro estaba yo.

Exacto, has jugado con mi mente. Siempre has estado en mi mente, no has alcanzado mi corazón. No diré que lo sabía, pues estoy segura que lo dudaba, pero ahora conozco mis límites.
Y me alegra que haya sido mi mente, pues ninguna lágrima ha sido derramada en vano y sin embargo, mi mente tiene un deseo, que ha crecido como una obsesión, una obsesión, una locura que se alimenta de las miradas curiosas y analíticas de parte de ella, ¿qué me considera? ¿un contrincante? ¿competencia?
Pero eso no nos da ninguna respuesta, nada. Solo confirma un hecho, que te has enamorado de ambas y no sé si te parece imposible acercarte a una desconocida, jamás has temido por eso pero de nuevo; ¿qué se yo?
Haces bien en aferrarte a ella con esa fuerza, aunque confieso que jamás había escuchado de un árbol que se aferra a la mala hierba con la misma afición que tú pero, de nuevo, yo también lo hago contigo.
Camino obesionada entre un monton de matorrales de espinas, dañando todo a su paso, dañandome a mí a su paso y sin embargo, me he adrentado demasiado, es tarde para volver.
Y sinceramente, creo que me he cansado de este juego, me ha dejado tremendamente agotada, el pensar, el imaginar su siguiente movimiento.
Pero, rendirse, nunca, digo nunca, es opción.
Rendirse no es una opción.

miércoles, 12 de enero de 2011

Survival*

"We're not turning back, neither away. We don't care if you hurt, we're just trying to stop this pain & get away from this burning hell."

A veces... no, siempre me sorprende la cantidad de tiempo que tardo en descubrir un hecho, así sea algo que lleva mucho tiempo sucediendo.
Tiene que ser alguien más, como siempre lo he dicho, estoy ciega, a veces me cuesta demasiado escuchar, incluso cuando se trata de escucharme a mi misma.
Y es cierto.

Querido lector, ¿alguna vez has intentado fingir amnesia? Olvidar un hecho inolvidable, intentar ignorar algo latente en tu corazón.
Quizá lo han hecho y tal vez, siendo muy constantes, han sido exitosos.
Pero yo no, me parece imposible.
No niego que me preguntó: ¿te duele?¿ Acaso hay alguna parte en tu interior, alguna mísera parte que sienta mi ausencia y extrañe mi presencia?
Me he creado diversas respuestas a esa pregunta pero sencillamente en cada ocasión se resume a una respuesta, negativa y a una positiva.
Pero tú, jamás seras como lo es ella, tu corazón no se endulza con mis palabras, ni al encontrarse nuestros ojos.
Entonces debo jugar mis cartas, solo resta una simple respuesta, al menos de manera teórica.
No me importa sí te duele o no, si me extrañas o incluso sí me piensas, debo hallar una manera de ignorar esas miradas, esas sonrisas y esos cortos saludos que dejan mucho que desear.
Hiciste tu elección, ambos lo hicierón -lamento mencionarte, sabes que eres mi amiga, sin embargo, lo entiendo; veo las cosas desde sus ojos y tu te das cuenta, me hago daño a mi misma, como él se daña a si mismo- y no hay más que decir.
Esto está fuera de mis manos, desde el hecho de que teníamos que compartir cada segundo de ese día laboral, desde el hecho de que la distancia, jamás, ha sido problema para nosotros, para reunirnos.
Está fuera de mis manos que te hayas enamorado, así haya sido de ambas.
Pero hay algo que aún permanece en mis manos y con dolor, con esfuerzo y demasiados ánimos, deberé apartar la mirada en cada ocasión, perderme en mi mente siempre que sienta tu presencia y pretender, que aquellos murmuros en tu voz grave, son caricias del viento sobre mi piel.
Sí lo hago, sí lo empiezo a creer, quizá en algun momento, como el mismo viento que viene a acariciar mi cabello, seas aquella brisa que jamás se detiene y, sigue adelante.

domingo, 9 de enero de 2011

First day of my life.

Estaba sentada sobre el borde de la cama, él, claro, miraba al frente dejandome una vista de perfil.
Parecía tremendamente entretenido, la escena me recordaba a un infante frente a una nueva película, admirando la novedad mientras su rostro dejaba ver los sentimientos que la película le transmitía.

Sonreí sin darme cuenta, estaba cerca suyo -era una cama individual- y cada expresión quedaba a mi alcancé.
Me mordí el labio conteniendo una sonrisa mientras lo miraba, su oscuro cabello despeinado estaba en lo alto de su cabeza, cubriendo parcialmente su frente que seguía hasta sus cejas que cubrían una cortina poblada de pestañas perfectamente oscuras & rectas.
Seguían sus ojos pero, me encantaba dejar lo mejor para el final.
Así que seguí mi mirada por sus mejillas, primero sus pomulos hasta alcanzar sus mejillas, la marca de su barbilla y resaltando de perfil, estaban sus labios.
Mis labios se partieron acto reflejo, olvidando la sonrisa y dejandola dentro de mi misma, sabía, lo sentía en mi interior, esa cálidez que me provocaba su dulce compañia y mis labios sintieron la memoria de los suyos, como si estuvieran tatuados sobre los míos.
Y no lo dudaba, incluso de mirarlo me quedé instantaneamente sin aliento, aliento que recobré y salió rozando mis labios.
Sonreí de nuevo, esas sensaciones eran las que me hacían perder la razón, esas maravillosas mariposas, la carencia de aliento, incluso el hecho de que parecía que todos mis pensamientos desaparecían dejando una sola imagen.
A él. Tan hermoso, tan... irreal, frente mío.
Y la vista que tenía desapareció, con una sonrisa se giró a mirarme y su mano rápidamente acudió a mi mejilla.
Había alguien más en la habitación, un familiar suyo del cual parecía querer apartarme, apartarnos.
Se acercó a mi, con una sonrisa en sus ojos para mirar fijamente los míos, sus ojos parecían dulce miel fresca, derretida en mi encuentro. Lo tenía demasiado cerca, sabía que lo hacía a proposito y yo simplemente lo miraba fascinada.
"¿Puedes dejar de mirarme?" preguntó en un murmuro inaudible para otro que no fuera yo y, las palabras se agitaron en el aire al rededor de nosotros, tan solo para que sus palabras se dispersaran y su aliento rozara mis labios.
No respondí, mis labios se cerrarón codiciando su dulce aliento, sus labios y formando una sonrisa.
"No... no estaba haciendo-"
Se rió levemente, sabía bien que me había estado mirando pero no era mi culpa, me encantaba simplemente la manera en que... bueno, era él. ¿Esperaban algo diferente?
"Claro que no" dijo con sarcasmo pero con una sonrisa mientras al parecer, entendía mis deseos y su mano sobre mi rostro acariciaba dulcemente mi mejilla con la punta de sus dedos, en respuesta, mi mejilla tembló con un hormigueo que dejaba su tacto y sus parpados cubrieron sus ojos, como debía ser.
Yo misma lo hice, en espera del momento en que sus labios tocaran los míos, una vez más.

jueves, 6 de enero de 2011

How do you know?

¿Alguna vez te has enamorado? ¿Te has enamorado lo suficiente como para simplemente olvidar el mundo y desear únicamente una cosa?
Desear solamente estar en su compañia.
No he dejado de preguntarme, cada ocasión es la misma pregunta: ¿cómo sucedió?
Quisiera saber el momento en que me convertí en tu prisionera.

No sabes como te extraño en tus ausencias, como te anhelo y te deseo, como cada pensamiento viaja por segundo y siempre en tu dirección.
No niego la existencia de aquel campo invisible que suele proteger no solo mis pensamientos, si no también mis sentimientos y antes, jamás le había visto algun problema a la ausencia de aquella defensa.
Hasta que esa ausencia empezó a lastimarme.
Me convertido en un completo caos pero por alguna razón les creo cuando dicen que dentro del caos se encuentra la paz & de alguna manera estoy segura que tu la has alcanzado.
No me agrada el ser vulnerable, el estar pendiente sobre otra persona pero es una experiencia para abrirse a otra persona, una experiencia que no estaría completa sin la otra parte.
La otra parte eres tú.
El caos, las ruinas, el sol, la lluvia, el viento, el cariño, los deseos...
Todo, eres tú.
Y si he de tener que aprender a vivir de esta manera, siendo vulnerable... me alegro al decir que, no querría ser vulnerable por otra razón más valiosa, como lo eres tú.

lunes, 27 de diciembre de 2010

The Day my Kingdom Fell Apart.

Me sentía como un blanco, en medio de un juego de dardos, yo era el centro que todos querían golpear.
Jamás debí haber elegido un vestido blanco, entre aquel mundo de gente y colores, me hacía demasiado visible o así me sentía en el momento pero ojalá ese fuera el único sentimiento que me asfixiaba pero, ni que tuviera tanta suerte.
Y una vez más en ese día trate de convencerme a mi misma de que estaba perdiendo la cordura y la tranquilidad y que esa impaciencia, esa necesidad cesaría en cuanto mis ojos encontraran los suyos, una vez más.
Respiré profundo y el olor a cigarro, vodka y gente lleno mis pulmones, asfixiandome de sobremanera pero quizá eran los tacones los que me mantenían plantada en el suelo y les aseguro, eso era lo único, lo único que me detenía de darme la vuelta y salir corriendo.
Incliné un poco la cabeza, intentando encontrarle sentido a toda la gente para que mis ojos encontraran la figura que buscaba desde el inicio pero ni siquiera así, le encontré.
Bajé las escaleras y tuve que bordear la barra de bebidas donde un par de chicos ebrios se planteaban si acercarse o no y sin pensarmelo un segundo, me alejé de la barra.
Sin embargo tenía una misión, así que me hice para seguir caminando entre el laberinto de gente, entre las luces blancas, moradas y azules que reinaban en aquella oscuridad, escuchando voces y, la música.
Traté de ignorar el resto y enfocarme en la música, sólo de esa manera conseguiría relajarme un poco, lo suficiente para seguir con la labor.
No estaba segura de cuanto tiempo exacto paso desde mi llegada pero había pasado una hora, más o menos, no importaba pero lo que sí importaba era que estaba trabada en el mismo lugar.
Ya le había dado unas veinte vueltas al lugar, había escuchado las canciones e incluso había sucumbido ante una bebida pero aún no había rastos de... mis ojos mirarón un sillón blanco sobre una de las esquinas, un par de chicas sentadas y tres chicos distribuidos entre ellas, uno de ellos, tenía las manos sobre sus rodillas mientras estaba sentado sobre la mesa y miraba distraído al rededor.
Ese era mi chico.

Miré su rostro, tan frío, tan... serio. Tan ajeno a mí.
Era como mirar a una estatua convertida en piedra, una estatua que alguna vez había latido y había tenido sentido, para mí.
Bajé la mirada y asentí, no me molesté en hablar.
Me molesté en tragarme el nudo que crecía en mi garganta y contener las lagrimas que brotaban de mis ojos y sin decirle más, me dí la vuelta, dandole la espalda.
¿Cómo paso todo? Lo sé, sé que no hay mención al respecto pero fue todo demasiado rapido, palabras demasiado cortas, cortantes...
No saben cuanto deseo el no haberlo encontrado y diario me pregunto sí habría sido diferente, en algo, en cualquier cosa.
Jamás he encontrado una respuesta.
Pero todo... paso. Sin darme aviso alguno o si lo hizo, no le presté atención, me dediqué a ignorarlo hasta el momento en que mi corazón fue partido por una enorme estaca con la que el jugaba entre sus dedos mientras me miraba a los ojos y yo estaba segura, ciegamente segura de que jamás, jamás podría hacerme daño.
No a mí.
Y lo creí firmemente, con cada átomo de mi ser hasta el momento en que sentí la estaca cruzar mi pecho, un punzante dolor que crecía en mi interior con fiereza, que dejaba cualquier rastro de calor reducido a un rastro, al humo que deja la vela cuando su luz deja de brillar.
Algo se cristalizo en mi interior en ese momento, mis ojos claro, se conviertieron en pequeñas esferas de cristal que contenían su rostro, su expresión, su mirada que no reflejaba...
Nada.
Y esa imagen permanece en mis ojos, así mismo con las lagrimas que le acompañan.
Me convertí en una esfera de cristal, encerrada sobre mi misma, las lagrimas formaron el agua mientras que las partículas de nieve son los recuerdos, las risas..
Todo se mantiene girando una y otra vez, deja de doler hasta que le agitan y retoma vuelo, un vuelo que no puedo hacer que se detenga.
Así como no puedo detener el dolor, ni las lágrimas, ni el llanto, ni las memorias, los recuerdos..
Y por supuesto, tampoco puedo detener el cariño, el afecto... la pasión.
La covertura de cristal, las partículas de nieve, el llanto... cada cosa, sea lo que sea que haya quedado de mí, lo que sea que soy ahora.
Con eso te sigo amando, aunque ya no tenga nada que ofrecer.
Aunque de nuevo, ¿en alguna ocasión lo hice?

martes, 21 de diciembre de 2010

Surrender.

Ser frágil, ¿qué es? ¿Debilidad o Virtud?
Ahí estaba, sentada en mi cama, con una pequeña vela que era lo único que evitaba que me perdiera entre las penumbras, que alejaba un poco a la oscuridad de mi cuerpo aunque en ese momento, la vela no impedía que la oscuridad me asfixiara, me helara la piel.
Pero tampoco tenia deseo alguno de luchar contra la oscuridad, en esta ocasión en cambio, deseaba que me arrastrara con ella.
Me sentía tan debíl, mirando la flama bailar ante mis ojos mientras que la oscuridad, poco a poco absorbía todo aquello que me protegía y fue en ese momento cuando mis temores comenzaron a florecer.

A veces pasamos toda una vida, cada segundo desperdiciando culpando a otra persona o peor, buscando un culpable.
Sentada, perdida, sin esperanzas me dí cuenta de que había fallado, había fallado en mi vida de todas las maneras posibles.
Como estudiante, como hija, como familia.
Mi único consuelo era pensar que, jamás había fallado como amiga.
Sin embargo eso no era suficiente pues, también me dí cuenta de que le había fallado a alguien de mayor importancia, alguien que hacía que toda aquella rueda funcionara.
Me había fallado a mi misma.
Esa la razón por la que no podía levantarme, por la que mis ojos miraban la llama arder debilmente, mientras aún luchaba contra la oscuridad, intentaba protegerme.
Quería decirle que no se molestara, que no valía la pena. Hice el esfuerzo, más mis labios tampoco cedieron.
Y, ¿qué era eso? Ahora daba la impresión de que la luz, ahora intentaba luchar contra mí.
¿Qué significaba eso? ¿Me había convertido finalmente en la oscuridad que me rodeaba? No, me mantenía igual pero entonces, ¿por qué me había únido a la lucha?
Paso un minuto de total silencio y entonces supe cual era la respuesta.

No quería rendirme, simplemente había perdido toda la esperanza. Mis deseos, mis expectativas... la llama que latía en mi interior se había apagado.
No sabía como pero estaba segura de que aún no se había terminado, en cambio alguien le había quitado la luz, dejando solo el rastro de humo en mi interior y por eso, por ésta razón, intentaba iluminarme a mi también.
Sonreí debilmente, sintiendome realmente cansada. De haber sido de otra manera, lo habría intentado, pero ya no.
Ya no.
Y cerré mis ojos en señal de rendición.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

A new beginning.

Hacía un par de meses todos los competidores se unierón en un gimnasio nuevo, todos erán rostros desconocidos que se miraban uno al otro sin delatar alguna expresión sincera.
Poco a poco, en cada uno creció una meta, un deseo... y lamento decir que tenían la misma meta, una sola.
Una chica.
Al inicio, fue él quien jugaba, quien bailaba con ella entre sus brazos, una delicada sonrisa se posaba sobre sus labios, alegrando esa monótona expresión suya, el claramente jamás mostro deseos de mantener su compañera de baile, ni mucho menos de juego. Sólo quería presumir aquel hermoso trofeo entre sus brazos pues, mirandose al espejo, veía que era simplemente perfecto.
Pero un día ella le encontró mirandose al espejo, curiosa, se acercó a él con una sonrisa.
"¿Qué tanto miras?" preguntó ella, sonriendo mientras le pasaba los brazos por la cintura y se abrazaba a él.
El miró el reflejo de nuevo, notando los delicados brazos de la chica al rededor de su cintura, aquella perfecta y torneada silueta, se sintió orgulloso de sí mismo.
Ní un dios mismo pudo haber encontrado un trofeo, un accesorio tan bello como aquel.
Miró su sonrisa y al lado de esta, miró al rostro fino y elegante de la chica que le acompañaba y en sus ojos, encontró un brillo peculiar que delataba... afecto, cariño.
Y tan sólo notarlo le hizo estremecerse por completo.
Todo hombre sabía que no había peor amenaza que una mujer con ojos enamorados, una vez dentro, no había vuelta atrás.
Entonces sintió que una ira lo tomaba, lo poseía por completo con una fuerza brutal, así que miró sus ojos con desprecio.
"¿Qué diablos crees que haces?" preguntó él chico mirando a la joven hermosa, enojado.
"¿De qué hablas, amor?"
"¿A-a... amor?!" gritó el ahora completamente enfurecido. Había sido traicionado, peor que una espada por la espalda. Quizá jamás lo había dicho en voz alta pero el mensaje era más que comprensible.
Ella no debía enamorarse.
Y ahí estaba, mirandolo confundida, su cabello castaño cubriendole el rostro mientras su instinto le avisaba que lo que venía a continuación, podía ser todo menos bueno.
El la fulmino con una mirada furiabunda, haciendo que ella misma se estremeciera y se encogiera aunque nada como lo que sentía se encogía sobre su pecho ligeramente, mientras apartaba los brazos de la cintura del chico.
Y sin decir más, el la alejó, mirandola con una mirada que reflejaba repulsión.
Había dejado de ser una hermosa chica, ahora era más como un insecto enorme que pretendía manchar su preciado rostro, su preciada y elevada, reputación.
Quizá todavía había algo que salvar de si mismo sí se alejaba a tiempo, nadie tenía porque saber que había sucedido.
Y eso fue suficiente para que el girara sobre sus talones y con elegantes movimientos, dejará una habitación a la que jamás pensaba regresar.
Todo ese tiempo, dos personas habían presenciado aquella escena. Una chica que miraba en silencio con sus ojos oscuros, analizando cada movimiento pero sin sentirse realmente confundida, quien estaba acompañada de un chico mucho más grande que ella, de cabello al hombro y bastante guapetón que al mirar la escena, se levantó rapidamente y entonces, el partido, la pista de baile, el escenario, se hicierón solamente suyos.
"Va a estar bien" prometió él de manera honesta, con una hermosa y despampanante sonrisa que ella ignoró de manera descortés pero a él no parecía importarle, sus manos facilmente encontrarón el camino a su cintura y la hicierón levantarse, poco a poco, paso a paso, incluso aunque dierán dos y volvieran uno, el la hizo volver a caminar.
Su sonrisa decía demasiado, la chica de la banca pudo comprender lo que se leía en esa sonrisa, era más claro que él agua, como sí realmente estuviera escrito.
'No puede haber hombre más suertudo que aquel que te sostiene entre sus brazos. ¡Pero sí he de ser yo quien lo hace y has de comprender que no habrá hombre más alegre sí te quedas conmigo!'
Eso decían sus ojos, su sonrisa...
La chica de la banca se percato que estaba sonriendo, fascinada.
¿Qué chica en sus sentidos no desearía que alguien le mirara de aquella manera? Sobre todo con aquella perfecta sonrisa...
Miró la escena encantada, hasta que en un movimiento se dió cuenta; se dió cuenta de que la escena no sería la misma, ni mucho menos la sonrisa de ser ella quien estuviera entre sus brazos.
La chica se levantó con una sonrisa melancólica y se acercó a la salida.
Por hermosa que fuera esa escena, ya no era capaz de presenciarla. Sus ojos se vierón lentamente nublados por lagrimas que al cerrarse sus parpados, mojaron sus pestañas y dejarón rodar un par de lagrimas sobre cada mejilla.
Pero ella comprendía y era mejor retirarse.
Con una última mirada al centro de la pista, se alejó.

No puedo creer que de esta manera empieza el inicio del fin. Suena épico ¿ha?
No comprendo porque me siento de esta manera, ni siquiera entiendo como me importa sin hacerlo... ella lo ha dicho: "Sólo esperas que te descepcione más." y esa, no era una pregunta, sino un argumento.
Y de alguna manera tiene razón.
No puedo negarlo, hay algo en su manera de ser que me encanta, me fascina. Cada vez que mis ojos le miran, simplemente reafirman aquella sensación.
'Uh, me gustas demasiado. Tanto que casi es ilegal.' aunque, quizá lo único ilegal de la ecuación es el hecho de que no sé ni porque lo haces.
Pero esa sensación sigué y sigué; simplemente permanece. Mis ojos se cierran y sin quererlo, sin desearlo, siento tus labios tocar mi mejilla.
Eso es todo y debo acostumbrarme, estoy segura de que es tan lejos como jamás llegara.
Y creo que así es como quiero que se quede.
Así ha sido, sólo que ahora me doy cuenta, ahora que finalmente te levantas de la banca y juegas tu partido.