miércoles, 1 de diciembre de 2010

A new beginning.

Hacía un par de meses todos los competidores se unierón en un gimnasio nuevo, todos erán rostros desconocidos que se miraban uno al otro sin delatar alguna expresión sincera.
Poco a poco, en cada uno creció una meta, un deseo... y lamento decir que tenían la misma meta, una sola.
Una chica.
Al inicio, fue él quien jugaba, quien bailaba con ella entre sus brazos, una delicada sonrisa se posaba sobre sus labios, alegrando esa monótona expresión suya, el claramente jamás mostro deseos de mantener su compañera de baile, ni mucho menos de juego. Sólo quería presumir aquel hermoso trofeo entre sus brazos pues, mirandose al espejo, veía que era simplemente perfecto.
Pero un día ella le encontró mirandose al espejo, curiosa, se acercó a él con una sonrisa.
"¿Qué tanto miras?" preguntó ella, sonriendo mientras le pasaba los brazos por la cintura y se abrazaba a él.
El miró el reflejo de nuevo, notando los delicados brazos de la chica al rededor de su cintura, aquella perfecta y torneada silueta, se sintió orgulloso de sí mismo.
Ní un dios mismo pudo haber encontrado un trofeo, un accesorio tan bello como aquel.
Miró su sonrisa y al lado de esta, miró al rostro fino y elegante de la chica que le acompañaba y en sus ojos, encontró un brillo peculiar que delataba... afecto, cariño.
Y tan sólo notarlo le hizo estremecerse por completo.
Todo hombre sabía que no había peor amenaza que una mujer con ojos enamorados, una vez dentro, no había vuelta atrás.
Entonces sintió que una ira lo tomaba, lo poseía por completo con una fuerza brutal, así que miró sus ojos con desprecio.
"¿Qué diablos crees que haces?" preguntó él chico mirando a la joven hermosa, enojado.
"¿De qué hablas, amor?"
"¿A-a... amor?!" gritó el ahora completamente enfurecido. Había sido traicionado, peor que una espada por la espalda. Quizá jamás lo había dicho en voz alta pero el mensaje era más que comprensible.
Ella no debía enamorarse.
Y ahí estaba, mirandolo confundida, su cabello castaño cubriendole el rostro mientras su instinto le avisaba que lo que venía a continuación, podía ser todo menos bueno.
El la fulmino con una mirada furiabunda, haciendo que ella misma se estremeciera y se encogiera aunque nada como lo que sentía se encogía sobre su pecho ligeramente, mientras apartaba los brazos de la cintura del chico.
Y sin decir más, el la alejó, mirandola con una mirada que reflejaba repulsión.
Había dejado de ser una hermosa chica, ahora era más como un insecto enorme que pretendía manchar su preciado rostro, su preciada y elevada, reputación.
Quizá todavía había algo que salvar de si mismo sí se alejaba a tiempo, nadie tenía porque saber que había sucedido.
Y eso fue suficiente para que el girara sobre sus talones y con elegantes movimientos, dejará una habitación a la que jamás pensaba regresar.
Todo ese tiempo, dos personas habían presenciado aquella escena. Una chica que miraba en silencio con sus ojos oscuros, analizando cada movimiento pero sin sentirse realmente confundida, quien estaba acompañada de un chico mucho más grande que ella, de cabello al hombro y bastante guapetón que al mirar la escena, se levantó rapidamente y entonces, el partido, la pista de baile, el escenario, se hicierón solamente suyos.
"Va a estar bien" prometió él de manera honesta, con una hermosa y despampanante sonrisa que ella ignoró de manera descortés pero a él no parecía importarle, sus manos facilmente encontrarón el camino a su cintura y la hicierón levantarse, poco a poco, paso a paso, incluso aunque dierán dos y volvieran uno, el la hizo volver a caminar.
Su sonrisa decía demasiado, la chica de la banca pudo comprender lo que se leía en esa sonrisa, era más claro que él agua, como sí realmente estuviera escrito.
'No puede haber hombre más suertudo que aquel que te sostiene entre sus brazos. ¡Pero sí he de ser yo quien lo hace y has de comprender que no habrá hombre más alegre sí te quedas conmigo!'
Eso decían sus ojos, su sonrisa...
La chica de la banca se percato que estaba sonriendo, fascinada.
¿Qué chica en sus sentidos no desearía que alguien le mirara de aquella manera? Sobre todo con aquella perfecta sonrisa...
Miró la escena encantada, hasta que en un movimiento se dió cuenta; se dió cuenta de que la escena no sería la misma, ni mucho menos la sonrisa de ser ella quien estuviera entre sus brazos.
La chica se levantó con una sonrisa melancólica y se acercó a la salida.
Por hermosa que fuera esa escena, ya no era capaz de presenciarla. Sus ojos se vierón lentamente nublados por lagrimas que al cerrarse sus parpados, mojaron sus pestañas y dejarón rodar un par de lagrimas sobre cada mejilla.
Pero ella comprendía y era mejor retirarse.
Con una última mirada al centro de la pista, se alejó.

No puedo creer que de esta manera empieza el inicio del fin. Suena épico ¿ha?
No comprendo porque me siento de esta manera, ni siquiera entiendo como me importa sin hacerlo... ella lo ha dicho: "Sólo esperas que te descepcione más." y esa, no era una pregunta, sino un argumento.
Y de alguna manera tiene razón.
No puedo negarlo, hay algo en su manera de ser que me encanta, me fascina. Cada vez que mis ojos le miran, simplemente reafirman aquella sensación.
'Uh, me gustas demasiado. Tanto que casi es ilegal.' aunque, quizá lo único ilegal de la ecuación es el hecho de que no sé ni porque lo haces.
Pero esa sensación sigué y sigué; simplemente permanece. Mis ojos se cierran y sin quererlo, sin desearlo, siento tus labios tocar mi mejilla.
Eso es todo y debo acostumbrarme, estoy segura de que es tan lejos como jamás llegara.
Y creo que así es como quiero que se quede.
Así ha sido, sólo que ahora me doy cuenta, ahora que finalmente te levantas de la banca y juegas tu partido.

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