martes, 21 de diciembre de 2010

Surrender.

Ser frágil, ¿qué es? ¿Debilidad o Virtud?
Ahí estaba, sentada en mi cama, con una pequeña vela que era lo único que evitaba que me perdiera entre las penumbras, que alejaba un poco a la oscuridad de mi cuerpo aunque en ese momento, la vela no impedía que la oscuridad me asfixiara, me helara la piel.
Pero tampoco tenia deseo alguno de luchar contra la oscuridad, en esta ocasión en cambio, deseaba que me arrastrara con ella.
Me sentía tan debíl, mirando la flama bailar ante mis ojos mientras que la oscuridad, poco a poco absorbía todo aquello que me protegía y fue en ese momento cuando mis temores comenzaron a florecer.

A veces pasamos toda una vida, cada segundo desperdiciando culpando a otra persona o peor, buscando un culpable.
Sentada, perdida, sin esperanzas me dí cuenta de que había fallado, había fallado en mi vida de todas las maneras posibles.
Como estudiante, como hija, como familia.
Mi único consuelo era pensar que, jamás había fallado como amiga.
Sin embargo eso no era suficiente pues, también me dí cuenta de que le había fallado a alguien de mayor importancia, alguien que hacía que toda aquella rueda funcionara.
Me había fallado a mi misma.
Esa la razón por la que no podía levantarme, por la que mis ojos miraban la llama arder debilmente, mientras aún luchaba contra la oscuridad, intentaba protegerme.
Quería decirle que no se molestara, que no valía la pena. Hice el esfuerzo, más mis labios tampoco cedieron.
Y, ¿qué era eso? Ahora daba la impresión de que la luz, ahora intentaba luchar contra mí.
¿Qué significaba eso? ¿Me había convertido finalmente en la oscuridad que me rodeaba? No, me mantenía igual pero entonces, ¿por qué me había únido a la lucha?
Paso un minuto de total silencio y entonces supe cual era la respuesta.

No quería rendirme, simplemente había perdido toda la esperanza. Mis deseos, mis expectativas... la llama que latía en mi interior se había apagado.
No sabía como pero estaba segura de que aún no se había terminado, en cambio alguien le había quitado la luz, dejando solo el rastro de humo en mi interior y por eso, por ésta razón, intentaba iluminarme a mi también.
Sonreí debilmente, sintiendome realmente cansada. De haber sido de otra manera, lo habría intentado, pero ya no.
Ya no.
Y cerré mis ojos en señal de rendición.

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