domingo, 10 de febrero de 2013

Noveau.

No comprendo.
Huh, para ser honesta, jamás te he comprendido.
Y ahora menos.

He alcanzado ese punto que desde el principio temí pisar. La cima de la montaña, la vista perfecta de lo que creía paraíso.
Los resultados son poco agradables. Los frondosos árboles se han derrumbado, los extensos campos de flores ya se han marchitado, el mar cuyo sonido antes escuchaba se ve demasiado lejos y oscuro, turbio y perturbador, hasta un punto aterrador.
Todo lo haces tú. He dejado de escuchar tu dulce voz murmurar canciones, dejaste de escribirle poemas al cielo azul, al espumoso oleaje.  Dejaste de convencerme de que sentía la brisa y la sal, que ahora descubro como hormigas reinas, rojas, enfurecidas sobre mi ardiente piel.

Entonces con firmeza las sacudo y con una última, triste mirada a aquella tierra, me despido. Te beso las dos mejillas de ser necesario y renuncio a todo, aceptando de brazos abiertos tu silencio.
Tu ausencia, tu desaparición.


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