jueves, 24 de mayo de 2012

Es de esas voces que no se escuchan.

Lo siento tanto, por abandonarte en el olvido y recurrir a ti como último recurso. Sé que eres quien verdaderamente permanece ahí, que lo harás hasta el fin de los tiempos, hasta que deje de quererte. Aquí estoy de nuevo, buscando el consuelo entre letras e ideas que parecen tropezar con otra y otra, formando una red que termina por entretejerse con tal delicadeza y fuerza al final, que no encuentro salida.

Me siento asfixiada y sombría, me siento nuevamente triste y he estado tanto tiempo- o eso parece- en lo alto del barranco que de mirar abajo, he perdido el balance y siento que me caeré al vacío y no espero una caída suave.
No hay nadie abajo, ni al final que me sostenga, solo yo, solo tu, mi diario, mi amor, mis palabras.
-¿Qué te molesta?- me preguntas, estirando tus brazos, hundiendome contra tu pecho, jalando mi cabeza con fuerza hasta hundirme en estos. Ni siquiera me molesta y cierro mis ojos.
-Todo.- respondo con facilidad aunque sin delatar demasiado.
-¿Qué?- preguntas y suspiro aliviada, sabes que quería escuchar esa pregunta para desatar la marea, soltar los cables y dejar que todo se venga abajo.
-Pues, lo primero son mis...-me muerdo el labio, pensando en como decirle.- mis... conocidos. Mi tablón de relaciones, si sabes a que me refiero.- me alejo de tu pecho y me río suavemente, sin mucha gracia.- Es que sé que lo entiendes. Ah, me habían dicho que iríamos juntas. Supongo que en parte es porque tengo tanto tiempo libre que tenía ganas de ir, que es un lugar que me recuerda a mis sueños, además de que no las he mirado desde hacia meses, además de que con ella de vuelta, prometía cercanía. Prometía comodidad. Y no me dijeron al final, fueron sin mi, me olvidaron... y tuvieron el descaro de publicarlo, sin pensar en mi.
Me siento mal de pensar eso porque eso claramente no ha sido de mi, sobre mi... ya entiendes. Era por ella y tenía tantas ganas de escucharla, de verla, de notar como se hace el cambio, como es posible.
Me siento abierta, herida, me siento ignorada como en los días de antes. Descubro que todo aquello que me dijeron, aquello de que 'valía mucho' y que 'no cambiaba con el tiempo y eso era magnifico' son solo palabras huecas- digo esto último con recelo claro en la voz, casi escupiendo las palabras como si me hubieran dado un golpe con tal fuerza en el estómago que me dejaron sangrando por la boca. ¿Cómo se que no lo han hecho?- Claro que ahora entiendo que decían, que era bueno que siguiera siendo ese árbol que ignoran en buenos momentos pero cuando necesitan, se acobijan junto a mi. La misma niñata estúpida que sigue estando con esas 'amigas.'

Hago una pausa sin gusto, respirando con fuerza y conteniendo el aliento porque se me han humedecido los ojos con lágrimas de dolor y de coraje.
Me abrazas de nuevo y me jalas hacia ti, me río con más ganas por tu esfuerzo de alegrarme.
-Ah, no debería importarme tanto, ¿verdad?- me digo a mi misma, permitiendome abrazarla de vuelta, dado que sí, es una chica jóven, mi mejor aliada,  de 19 años. Tiene el cabello largo, ligero y sedoso, ondulado de forma natural en un color castaño avellana.
Luego de unos momentos, me alejo y me quito las lágrimas de la orilla de los ojos.
-¿Eso es todo?
Te miro los ojos y quiero decirte que sí, dado que me siento una llorona pero niego con la cabeza.- Quisiera pero no.
-Cuéntame.- me dices sin abrazarme, acariciandome el cabello con delicadeza.
- He tenido esta conversación con otra de mis amigas, sobre el hecho de que me incomodan sus amigos. No se lo he dicho, ni planeo hacerlo, ni por asomo. Se lo he comentado pero no dejo de pensar que ella me diría...
'Jamás te han gustado mis amigos'
'Bueno.-'
 'Quizá yo también criticaría a tus amigos, si tuvieras alguno más que yo.'
Levantas las cejas tan sorprendida como yo y asiento.- No lo ha dicho, no creo que lo diría realmente, ella... no podría decir algo que lastime a alguien pero ya ves que yo puedo por ambas. Me lastimo de pensarlo y de tan real que me parece.
-No puedes saber lo que ella piensa.
-Bueno, supongo que no pero... no sé. Ah, hay otra cosa. Él.- suspiro profundamente y pongo una mueca.- Ya ni sé... Me esmero tanto en creer cosas... como el que me he contenido por él. No sé a que punto eso sea cierto, supongo que alguna parte debe serlo. Igual hubiera hecho las cosas de la misma manera... creo. No sé. Y me siento estúpida de nuevo, ¿siempre se reduce a eso?- pregunto mirandote esperanzada de una respuesta diferente a SI. Niegas con la cabeza y sonrío débil.- No sé que tanto valga la pena. Sé que está enamorado de Monterrat,- digo entre dientes.- y que salen juntos y... eso.
Hay tanto que nos separa, ¿qué nos une? ¿qué gano de todo esto? No es que sea egoísta, aunque sí lo soy pero él ha ído, ha recorrido caminos más largos y yo ni he dado pasitos. Ni eso. ¿Qué gano? He empezado a pensar que quizá aquello me esté deteniendo. No me ayuda, solo... me detiene y a él no. Dice que lo hace y no pretendo, ni quiero desconfiar de lo que dice pero... sé que tengo la razón. No lo detengo.
 Además de que no parece interesado, no como antes.
Me sienta mal eso, me siento... despreciada. No debería, ni debería soñar que él me enseñará a caminar. No sé si quiero que lo haga.-

Ahora verdaderamente bajo la cabeza y me giro, mirando la pared porque mis ojos se han humedecido por completo y he empezado a sollozar. Oh dios, me vengo en pedazos. 
- Quiero cambiar todo eso pero no sé como. No sé donde empezar ni estoy segura de querer dejar todo eso. A él en especial, que las primeras me dejan a mi.
Objetos de segunda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario