miércoles, 9 de noviembre de 2011

Reflection.

Estaba sentada, las piernas colgaban sobre la parte externa del edificio, desde el segundo piso casi a última hora. Ella estaba sentada, moviendose de lado a lado casi de forma imperceptible, al ritmo de una canción que era su única barrera contra el mundo, contra los ruidos y murmullos excitados de sus compañeros de clase.
Cabe mencionarlo, es un tanto de una persona solitaria. ¿Es molesto? No, incluso, en ocasiones, el problema era la compañia.
Por eso, ella, sentada con las piernas en un hueco del asiento de concreto, se vió sorprendida e incluso incómoda de sentir que alguien le cubría la vista con sus manos, presionando y jalando a la vez, ambos auriculares de sus oídos.
-Eh, ¿qué haces?-preguntó de mala gana.
=Uy. ¿Quién soy?- respondió una identificable voz masculina que parecía insistiente.
-Molesto.
Escuchó la risa del mismo locutor; insistente y divertido.
=Tienes una segunda oportunidad, ¿deseas usarla?
-No, deseo que me sueltes- respondió ella, moviendo violentamente la cabeza, tanto que se golpeó la barbilla con el concreto.
Eso no lo ponía a quien fuera, en su lado amable.
Ella se giró, inclinando el cuerpo y mirando el rostro familiar, dueño del de la voz desconocida y con una mano, sobándose donde recién se había herido el mentón.
En cuanto a él; se habían conocido a penas el fin de semana, en una fiesta. Él se había mostrado interesado desde el primer momento pero no estaba en sus sentidos -por buenos o malos que fueran- y la pregunta era, ¿acaso debía reparar en la atención que le daba cuando ni siquiera recordaba su propio nombre?
Bueno, no. Y quizá tampoco estaba tan perdido y aunque en su momento la había hecho sentirse halagada por sus atenciones, ahora se sentía más bien incómoda, había esperado el fin de semana que sus 'pasiones' se desvanecieran con una dolorosa y eterna resaca matutina.
Había esperado en vano, según parecía.

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