domingo, 15 de mayo de 2011

Green eyes.

No es posible, había olvidado todo ese... 'encantado' había olvidado todo.
Y hoy tenía que recordar.

He caminado miles de veces junto a las personas, mirando a cada una; algunas me miran, otras me ignoran y todas, se van.
Ese es el ciclo que las cosas deben cumplir.
Pero mientras hoy caminaba, veía gente y los veía alejarse de mi, entre lo que era una ola de personas, distinguí una cabeza, el castaño cabello despeinado, la piel palida, demasiado palida.
Se me congelo el corazón mientras veía a ese chico alto y flacucho andar por ahí, con una camisa blanca rayada...
Y lo peor, se acercaba hacía mi.
¿Ahora? ¿Debía correr? ¿Debía seguir andando?
Y todo volvió, todo.
Ver tu rostro enrojecer ante los comentarios de nosotros, la sensación de mirar tus hermosos ojos verdosos a la distancia, a la cercanía, cuando orgullosa y altaneramente pretendías ignorarme y discretamente te detenias y me mirabas fijamente.
Las frías mañanas a la sombra de la noche con su oscuro velo, cuando a penas entrabas y alzabas la mirada hacia mi, esperabas encontrarme y lo hacías, venías hacía mi, a paso lento, se sentía en el aire la tensión y después, pasabas a mi lado, rozabas tu hombro contra el mío, tus dedos casualmente rozaban los míos, pero tus ojos jamás abandonaban el frente.
Creo que suspiraba en silencio, esas mañanas eran nuestro secreto, así como las miradas, la manera en que uno seguía al otro, en que nos acompañabamos...
Se me hace muy dificil pensar que incluso los últimos días fue así, cuando la gente se había olvidado de nuestra historia y nos ignoraban, cuando ambos saliamos entre clases y nos sosteníamos del marco de la puerta, la mirada fija en el otro, en silencio, sin decir nada.
Era tonto como presumias, como intentabas comprarme con tus logros, jamás entendiste que eso no era necesario, que yo te queria demasiado, te queria como eras.
Todos tus actos tenían sentido, cada movimiento, cada mirada, cada pensamiento y cada mentira.
Pero un día lo perdió todo, creo que me tomo tiempo descubrirlo, quizá tu dura mirada sobre mi fue lo que me costo aceptarlo, pero, aquella vez, por los últimos días, cuando me detuve en plena escalera, espalda contra la pared, libro abierto.
Me perdía entre las palabras, entre las hojas, entre la historia y levanté la mirada para verte a ti, esos ojos verdosos pero grices, tan grandes, tus espesas pestañas oscurecian tu mirada, tus labios se partian y me miraban, parecían dejar ir el recuerdo de palabras que jamás dijiste, que jamás dirías...
Eras hermoso.
Eras apuesto, eras... más que eso, tenías un valor que no era plenamente físico. Me encantaban tus ojos, tu piel que parecía querer contrastar la luz del sol, siempre me cegabas, me sorprendias, me atarantabas. Tus pobladas cejas, tu nariz perfecta, tus pecas, tus ojos, tus labios, tus facciones graciosas, tu cuerpo tan delgado...
Todo tenía sentido, tuvo... aquella vez que levanté la vista del libro para mirarte, no veía más que el rostro hermoso de un desconocido, de un sueño y una ilusión.
Ahí abri los ojos, para ver a ese joven pasar pero de nuevo, el rostro era totalmente desconocido, efectivamente, no eras tú.

Escribo porque te extraño, pero es una añoranza diferente, es como extrañar un juguete de la infancia, uno que ni siquiera recuerdas pero tienes una foto donde sales con él.
Tu eres el niño que me acompaña en una foto, pero desconozco tu paradero, desconocía tus sentimientos.
Creo que quizá tampoco te conocí a ti.
Bien pude haberlo soñado todo...
Pero ojitos verdes, enserio lamento todo... eso. Lo nuestro, lo tuyo y yo mío.
Lamento no haberte querido demasiado, no para romper tu barrera y buscar tu corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario